La periodista Marisol Balladares Blanco y su hija Gloria Elena Escorcia Balladares son los rostros más recientes de la persecución y un claro ejemplo de los efectos colaterales del hostigamiento contra la libertad de expresión y libertad de prensa que sufren periodistas en Nicaragua.
Balladares y su hija lo dejaron todo en su país natal, ante el acoso que sufrieron por parte del Gobierno de Daniel Ortega. Marisol sostiene que les obligaron a huir pues para ella lo primero es “cuidar su vida y la de su hija”, quien fue su compañera en esta travesía en búsqueda de la libertad.
Marisol, originaria de Bluefields, un municipio del Caribe, trabajó durante 15 años para radio Corporación y era periodista de la revista Conexión Caribe. Esta publicación se enfoca en reportajes e investigaciones locales y se publica en dos idiomas: el miskito, su lengua nativa y la de esta región costera, y el español.
Un reportaje y el inicio de la persecución
Una de las investigaciones que realizó para Conexión Caribe fue la expropiación de tierras que sufre la gente originaria de la Costa Caribe ante la llegada de los denominados “colonos”, básicamente, ex militares y grupos paramilitares que son enviados por Daniel Ortega para tomar la zona del Caribe, rica en recursos naturales. Según la investigación, con su llegada, están dañando los bosques y la gente nativa debe abandonar sus propiedades y emigrar hacia las grandes ciudades para huir de la violencia que imponen “los colonos”.
En los últimos meses sufrió un intento de secuestro y en Bluefields ordenaron su captura por afectar la imagen del gobierno de Daniel Ortega. Las amenazas llegaron a su clímax el 28 de marzo cuando al salir de la radio un paramilitar sacó un cuchillo e intentó agredirla.
Balladares recuerda que los últimos tres meses en Nicaragua, ella y su hija se vieron obligadas a dormir fuera de su casa por los asedios, amenazas y el intento de homicidio en su contra. Otro de los capítulos de hostigamiento ocurrió el 12 de julio cuando envió a su hija a retirar dólares en el Banco, a la salida, tres oficiales la interceptaron, le decomisaron el dinero e incluso, según la denuncia, la acosaron sexualmente. Durante dos horas su hija fue retenida y luego de demostrar que el dinero no tenía procedencia dudosa se lo devolvieron, pero su hija quedó fichada.
El inicio de una pesadilla
El 14 de julio del 2021 a la 21:00, tras varias semanas de estrés, decidió, junto con su hija, salir de Nicaragua a través de un paso no oficial, ya que tenía prohibición migratoria de salir del país. Así empezó una travesía junto con su hija Gloria Elena por Honduras y Guatemala. Ingresó a México el jueves 29 de julio por el estado de Veracruz en cayuco (lancha alargada de río), continuó hacia Monterrey y cruzó a Reinosa. Finalmente, el 22 de julio a las 12:00 cruzó junto a su hija el Río Colorado para llegar a los Estados Unidos. A las 04:55 de la madrugada se entregaron a los agentes de Migración.
Imagen tomada por Marisol desde el interior de un bus con vidrios polarizados cuando pasaba cerca del Golfo de México
Desde un inicio, Balladares explicó a los agentes migratorios que es periodista y que sufre persecución política en Nicaragua. Su objetivo era solicitar refugio en Estados Unidos ante la situación de acoso y hostigamiento que sufría en su país. Luego de algunas horas, recuerda, fueron enviadas a un sistema de retención conocido como “el congelador”: un centro donde van las personas que llegan a Estados Unidos sin permiso.
Imagen tomada desde el interior del “Congelador”
“Había alrededor de unas 100 personas, estábamos con la ropa sucia y con los zapatos desgastados”. En ese centro pasaron tres noches, con temperaturas bajas y cubiertas apenas con una manta de papel. Balladares incluso sufrió de hipotermia una de las noches. Asegura que no les proporcionaban mascarillas. Ella decidió cubrirse nariz y boca con papel higiénico para protegerse de posibles contagios de COVID-19.
Así quedaron los zapatos de Marisol luego de recorrer por tierra desde Nicaragua hasta Estados Unidos en búsqueda de la libertad.
Luego de tres días, las esposaron de los pies y las manos con grilletes y las subieron a un bus. Balladares preguntó a los agentes de seguridad en cuatro ocasiones, en qué momento debía presentar las evidencias sobre la persecución que sufrió como periodista en Nicaragua, sin obtener respuesta. Las autoridades fronterizas las llevaron a El Paso, en Texas, donde permanecieron durante 4 días luego de lo cual fueron trasladadas al muro fronterizo con México, el paso de Juárez, en donde les indicaron que debían irse pues no podían transitar en Estados Unidos.
Marisol y su hija supieron que estaban en la frontera gracias al GPS, los oficiales nunca les advirtieron.
Durante los siete días que pasó retenida, nunca le dieron la oportunidad de exponer sus pruebas ante la autoridad competente.
Mirar el futuro con optimismo.
Marisol y Gloria Elena actualmente están en Ciudad Juárez, México, y con ayuda de una organización que está analizando el procedimiento más idóneo para ingresar a Estados Unidos y aplicar a asilo político. Ella reconoce que está muy preocupada por su situación y la de su hija.
Marisol y su hija Gloria Elena en un hostal en Ciudad Juárez en México
Regresar a Nicaragua no es una opción. A esto se suma que tiene problemas cardiacos, cutáneos y de hipertensión por lo que necesita medicación. Afortunadamente su hija, periodista y futbolista de primera división, con 21 años, tiene una salud impecable y es una de las fortalezas de Marisol.
Balladares y su hija están por ahora en un lugar seguro a la espera que las autoridades del Gobierno de Estados Unidos le den una oportunidad para exponer su caso y demostrar la gravedad de los ataques contra periodistas y contra la libertad de expresión en Nicaragua, y que no tienen otra opción que huir de su país en búsqueda de libertad y seguridad.
Marisol y Gloria Elena siendo trasladadas a un sitio seguro en Ciudad Juárez.